lunes, 31 de diciembre de 2012

PROPONGO UN BRINDIS



Sé que muchos pensarán que peco de pesimista, pero no tengo mucho que celebrar este año. Más bien poco. Hace tiempo que deje de brindar con el tan manido “que el próximo año sea, al menos, como este”. Tengo observado que no da resultado. Dejando de lado que el paso inexorable del tiempo dificulta la bonanza del venidero sobre todo cuando tu calendario personal ya lo tienes cargadito de primaveras, este año que acaba dentro de unas horas, ha sido especialmente duro para mí y los míos.

Con cuarenta años a la espalda como funcionario del Estado, he visto muchas cosas en este sector laboral. He vivido momentos álgidos en los que ser funcionario era casi un honor bendecido por el antiguo régimen. Con la llegada de la democracia (me duele decirlo) la figura del funcionario ha sido sistemáticamente vilipendiada por todos los gobiernos, fueran del color que fueran. A la pérdida del poder adquisitivo que se nos ha castigado año tras año, se suma ahora la eliminación de la paga extraordinaria de diciembre, la reducción del salario mientras dure la baja médica, la reducción de vacaciones y días de libre disposición y la ampliación del horario de trabajo. Visto desde la perspectiva del desempleado, le puede parecer peccata minuta, pero no deja de ser sintomático que cuando se pretenda sacar dinero de los asalariados se acuerden siempre de los funcionarios previa campaña de desprestigio del sector por parte de los gobernantes de turno.

Si a esto unimos la situación en la que están dejando al país con su afán de extraer dinero de las capas sociales más débiles, tenemos un panorama más negro que el calcetín de un minero y que creo que el 99 por ciento de los españoles no nos lo merecemos.

Mis padres cobran una pensión que les da muy justo para vivir, teniendo que prescindir muchas veces hasta de calentar lo suficiente la casa para poder llegar a fin de mes. Tengo unos hijos con un futuro más incierto que nunca; que, si las tasas académicas se lo permiten, se verán obligados a emigrar para sacarse las castañas del fuego, lo que me alejará de ellos cuando más los voy a necesitar. El panorama para mi nieta de 11 años no es mejor.

Están dejando el gobierno del país a manos de las grandes empresas, con lo que la especulación, el negocio y el enriquecimiento de unos pocos está asegurado de por vida. La objetividad de la justicia y la de los medios informativos se quedarán en una simple quimera. El aumento de la mendicidad y del número de enfermos, así como la de los robos y la violencia…  todo esto se lo debemos a ellos, a los padres de la patria. A los que tienen por obligación mejorar nuestro bienestar. Sin embargo son los que nos obligan a la austeridad mientras ellos nadan en la opulencia. Estandarizan la pobreza y lo que antes era una brecha entre ricos y pobres, ahora lo convierten en un precipicio.

Según un informe de Intermon Oxfam, de rectificar ahora –que va a ser que no- tardaríamos 25 años en recuperar el nivel de bienestar anterior a la crisis.

Con este panorama, pues qué quieren que les diga…no, no estoy de humor para celebraciones, como mucho brindaré porque estos desalmados dejen de existir; mejor aún, les desearía una nueva vida: que pasaran al paro, viviendo en unos miserables pisos a punto del desahucio, enfermos y con familia que mantener. Si, les deseo lo peor.

Brindo por ello.

jueves, 27 de diciembre de 2012

POLUCIONES MENTALES (I)

Tomo el título de una frase encontrada en una entrevista realizada al doctor en psicología y psicólogo clínico Manuel Almendro. Mi intención es ir depositando en este apartado algunas de las retorcidas ideas que la  peligrosa mezcla noche-imaginación hace aflorar a veces, como el magma de un volcán dormido, a nuestro consciente. 


Con la crisis a cuestas

Anoche me acosté tarde. Sobre la una. Tuve un día algo fuera de lo corriente y apenas pude leer algo antes de apagar la luz; una costumbre que tengo desde hace tiempo.
Me despiertan los sueños que se agolpan en mi cabeza y que pujan por salir. A las cinco y media ya estoy dando vueltas. Me jode porque a la una o las dos ya me vuelve a entrar sueño. Menos mal que no tengo que ir a trabajar.
Sin nada mejor que hacer vuelvo a darle vueltas a la situación actual de nuestro país y de nuestro entorno. ¿Se estará convirtiendo en una obsesión?.
Se me ocurre levantarme y aprovechar el tirón de una imaginación calenturienta en su apogeo en horas nocturnas. Es curioso como divaga la mente por la noche. Todo se magnifica. Lo malo se vuelve retorcidamente malo y lo bueno se hace inmaculado.
Y en esas estoy. Que, mientras mi mujer me honra con su presencia al otro lado de la cama, a mí me da por elucubrar sobre la dichosa crisis y los recortes que nos abruman, ¡tócate los huevos!. Y termino por pensar: si al menos se me ocurriera algo digno de ser contado…, si todas estas vueltas en la cama sirvieran para escribir unas líneas…, si mi febril imaginación no se desvaneciera al ponerme en posición vertical… ¡Porque esa es otra! No sé si a los demás os pasa pero es enderezarme, es sentir que mis constantes vitales vuelven a coger su ritmo… y todo lo que me pasa por la cabeza con la oreja pegada a la almohada, deja de tener sentido; o, al menos, el sentido que parecía tener cuando la luz permanecía apagada. Como si los pensamientos que me zumbaban en la cabeza se desparramaran por el resto del cuerpo y ya no hubiera forma humana de encontrarlos. ¿Será por la posición? Un día tengo que intentar recoger mis reflexiones en posición decúbito.
Pues eso. Me levanto. Con cuidado para no despertar a mi compañera. Parece que lo he conseguido. En el cuarto donde está el ordenador se encuentra también mi perrilla. Dos quilos ochocientos de ser vivo. Esa sí se ha percatado de mi presencia. Me mira con ojos saltones pero sin moverse de su cama (ella parece más lista). Enchufo el ordenador y entro en el Word antes de que sea tarde y no sepa qué estoy haciendo aquí.
Bueno, el tema que me ha traído hoy aquí, a estas horas de un día de fiesta en el que mi familia aún esta acostada, es el momento político y social por el que estamos pasando y al que nos han llevado los que su poder adquisitivo multiplica al menos por diez el mío. Antes de levantarme estaba equiparándolo a un transatlántico; de esos que ahora abundan tanto y que de vez en cuando nos alarman con alguna que otra desgracia. Se me antoja que este barco en el que vamos ha entrado en una tormenta y que andamos dando bandazos a merced del líquido elemento. Lo que en un principio empieza por un susto se vuelve, al poco tiempo, un caos. La gente no sabe qué hacer. El juicio es lo primero que se pierde y  el hueco lo ocupa el desconcierto. Salvo honrosas excepciones, el ¡sálvese el que pueda! es la máxima no escrita que domina las mentes de los pasajeros. Nadie piensa en algo que, aun siendo real, en esos momentos no cuenta: la tormenta no es infinita en el tiempo; tarde o temprano amainará aunque el barco dejara de ser barco. No. En esos momentos el cuerpo se encuentra en alerta máxima y solo cuenta ese segundo, no cuenta ni el anterior ni el siguiente. Mientras dura la tormenta, muchos objetos dejan su posición natural y pasan a ocupar un lugar más adecuado al momento, aunque para ello hayan perdido por el camino su forma primitiva. Pasajeros y tripulación sufren peligros reales que pueden provocarles incluso la muerte.
Uno no sabe si sería mejor abandonar el barco. Con el cuerpo hecho unos zorros como mal menor y viendo desde el ojo de buey del camarote  las olas zumbar ahí fuera, prefiere probar suerte agarrándose a algo firme. Si lo encuentra. Descompuesto por arriba y por abajo, su destino, piensa, se encuentra en manos del capitán. Solo espera que este efectúe las maniobras correctas para capear el temporal con el mínimo riesgo para su vida, pero… ¡qué ocurre! Observa por el ventanuco aquel que las olas gigantes esas vienen hacia él por el costado. En un instante de lucidez recuerda que por algún lugar leyó que las grandes olas se toman por la proa si no se quiere naufragar a las primeras de cambio. Su miedo se torna en terror. ¡Dios!
Resultó ser que el capitán del barco aquel se había corrido una juerga padre (a cargo de los pasajeros, claro) y estaba beodo perdido, pero muchos de esos pasajeros,  no lo sabían y  confiaban en él. La juerga había sido privada.
Estoy seguro de que saldremos de esta tormenta, pero habrá que ver cuantos serán los desperfectos, cuantos de ellos irreparables y cuantas bajas producirá la incapacidad del capitán.

domingo, 2 de diciembre de 2012

LA DEGRADACIÓN DEL INDULTO


A la vista del indulto concedido a cuatro policías condenados por torturar a un ciudadano tras probarse que no había realizado los hechos que se le achacaban, me siento en la necesidad de dar rienda  suelta  a  mi indignación expresando mi opinión al respecto.
Con actuaciones como esta, el Estado, como máximo garante de la seguridad interna, lejos de proteger a los ciudadanos de este país, desprecia esta obligación y acrecienta la inseguridad ciudadana, ya de por sí tan mermada, admitiendo de facto la tortura dentro de su propia institución. Las consecuencias de este tipo de noticias es demoledora para la sociedad, alejando, aún más, la credibilidad de quien la promueve.
Por otro lado, me resulta chocante que cerca de 200 jueces hayan firmado un documento en el que acusan al Ejecutivo de dinamitar la división de poderes con una decisión “abusiva” y “éticamente inasumible, y no se hayan pronunciado oficialmente en los indultos anteriores.
No voy a entrar en detalles por todos conocidos, pero sí me detendré someramente sobre la figura del indulto y su uso (más bien abuso) en esta bendita España.

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El indulto no exime al reo de su culpabilidad, pero sí de pagar por ella. En la actualidad la promoción del indulto recae en el Gobierno y está tipificada en el ordenamiento jurídico español en las siguientes normas:

-          Ley de 18 de junio de 1870, modificada por la Ley 1/1988 de 14 de enero.
-          Números 3 y 4 del artículo 4 del Código Penal.
-          Artículo 206 del nuevo Reglamento Penitenciario.
-          Art. 62.f y 62.i de la Constitución Española.

Se hace a propuesta del Ministro de Justicia y tras deliberación del Consejo de Ministros. Puede ser solicitado por los propios penados, sus parientes o cualquier otra persona en su nombre.

Un poco de historia
La figura jurídica del indulto, o derecho de gracia, tiene su origen en las monarquías absolutistas continuando hasta nuestros días, si bien en la modificación antes mencionada (Ley 1/1988) sufrió una, a mi juicio, importantísima modificación que no puedo pasar por alto.
Entre las diversas enmiendas presentadas durante la tramitación de la reforma de la Ley del Indulto (Ley 1/1988), fue aceptada una, presentada por el Grupo Socialista, relativa a la forma de hacer público el indulto, por la que se pretendía sustituir "Decreto motivado y acordado en Consejo de Ministros" por "Real Decreto"(para más información, ver Boletín Oficial de las Cortes Generales serie B nº 44-3). Al notificarse el indulto por medio de un real decreto, deja de ser obligatorio incluir la motivación del mismo, por lo que, el indulto ha pasado de ser una opción legal humanitaria a la que acudir, como último recurso, a convertirse en la puerta de atrás de la justicia. ¡120 años de indulto motivado quedaron en la cuneta!. No se dieron cuenta -o sí- de que se acababan de cargar el espíritu de la norma de un plumazo, dando una vía de escape al mangoneo del gobierno de turno.

El espíritu de la norma
Parece lógico pensar que el indulto sea el recurso extremo al que acudir para aquellos que en algún momento de su vida cometieron un delito en una situación adversa y que, al solicitarlo, han dado claras muestras de la reinserción en la sociedad, existiendo un motivo razonable y razonado para conmutar o paliar la pena. Sin embargo, al ser aprobado por un real decreto, sobra el razonamiento.
Por muy legal que sea, usar la norma jurídica del real decreto para aplicar el indulto me parece, cuanto menos, una tomadura de pelo para los ciudadanos. Toda normativa, y más en una sociedad democrática, debería ser justificada por escrito e incluso informada previamente a la ciudadanía.
El artículo 9 punto 3 de la Constitución Española dice: “ La Constitución garantiza el principio de legalidad, la jerarquía normativa, la publicidad de las normas, la irretroactividad de las disposiciones sancionadoras no favorables o restrictivas de derechos individuales, la seguridad jurídica, la responsabilidad y la interdicción de la arbitrariedad de los poderes públicos." Sin un intento de motivación de dicha decisión, podríamos estar hablando de un acto arbitrario.
Personalmente no me cabe ninguna duda de que estos actos no se motivan por no existir una razón éticamente aceptable.

El hacerlo con tanta asiduidad presupone el desacuerdo del poder legislativo sobre la actuación del ejecutivo, lo que se traduce en una falta de confianza de aquel para con este.
 Como dicen Juan Luís Pérez Francesch (Profesor titular de Derecho Constitucional Departament de Ciencia Política i de Dret Public. Universitat Autónoma de Barcelona) y Fernándo Domínguez García (Investigador en el Departamento de Derecho del Instituto Universitario Europeo) en su artículo "El indulto como acto del Gobierno: una perspectiva constitucional." escrito en la Revista de Derecho Político nº 53: "una regulación legal que deja las manos libres al Gobierno para ejercer el derecho de gracia puede hacer tambalear los cimientos del Estado de Derecho, como son la independencia del Poder Judicial o la separación de poderes."

Números y casuística
George W. Bush, en ocho años de mandato, aprobó solo 200 indultos en EEUU, un país siete veces más grande que España. Tirando de BOE (este trabajo me lo ha ahorrado la wiki del 15M: http://wiki.15m.cc/wiki/Lista_de_indultos#Estad.C3.ADsticas), en nuestro corto periodo de democracia, contamos con el siguiente número de indultos:
                                         -          con Suarez en el poder:  410
                                         -          con Calvo Sotelo:           878
                                         -          con F. González:          5943
                                         -          con Aznar:                   5897
                                         -          con Zapatero:               3222
                                         -          y con Rajoy van:             434 

16.784 indultos desde el 2 de abril de 1979 al 23 de noviembre de 2012. Echando cálculos sale a una media de 1,4 indultos por día. ¡Todo un periodo democrático fructífero en el uso de una potestad excepcional!
Un estudio elaborado por la Revista Española de Investigación Criminológica (Número 9) del año 2011, titulado "Las concesiones de indultos en España (2000-2008)" hace, entre otras, una distribución por clase de infracción indultada en ese periodo, siendo los más indultados los delitos contra la salud pública, seguido de los robos, delitos de estafa, apropiación indebida, insolvencias punibles, alzamiento de bienes y de daños, delitos de lesiones, delitos de falsedades, negativa a prestar el Servicio Militar, contra la seguridad del tráfico, faltas, contra la autoridad pública, delitos societarios, contra la administración pública y la hacienda pública, delitos de malversación y fraude, con resultado de muerte, contra la libertad, de hurto, contra la administración de justicia, delitos de terrorismo, tenencia de armas y explosivos y colaboración con banda armada, delitos contra la ordenación del territorio y medio ambiente, contra la integridad moral y delitos contra los derechos de los trabajadores y los extranjeros.
Para no extenderme, relaciono los motivos indultados este año: por desviación de fondos, por falsear la identidad de los fallecidos en el accidente del Yak 42, por prevaricación urbanística, por venta de permisos falsos a inmigrantes, y por delito continuado de falsedad en documento mercantil en concurso con un delito de estafa. Con lindezas semejantes está salpicada la historia reciente del indulto en la España.

Reflexión final
Tanto por la cantidad de indultos concedidos como por la calidad de los mismos, se observa que el objetivo originario del indulto se ha desvanecido por completo, sirviendo única y exclusivamente para beneficio de aquellos que se lucran de forma ostentosa del bienestar ajeno; es decir, de aquellos que, al contrario que los anteriores, cometieron un delito en una situación favorable.
Un país donde las medidas extremas se toman a diario. Donde los jueces recriminan arbitrariedades al gobierno de turno. Donde los gobernantes enmienda la plana constantemente al poder judicial. Donde el delincuente de alto rango cuenta con grandes posibilidades de un indulto... es cualquier cosa menos una democracia.

Si quieres colaborar en la petición de modificación de la ley que posibilita el indulto puedes pasarte por aquí:

http://www.avaaz.org/es/petition/Que_se_motiven_los_indultos_que_se_dan_en_Espana/?fygZObb&pv=0