El diseño es algo que nos ha acompañado desde los albores del
hombre. Desde la simple creación del
hacha que sirvió a nuestros antepasados para potenciar su fuerza frente a otros
animales hasta nuestros días, el diseño ha ido ligado a la manifactura de
objetos que nos han servido para mejorar nuestro nivel de vida y hacernos la
vida más cómoda.
No obstante, lo que conocemos como una característica irrenunciable
de los objetos a veces parece desviarse de su lógico objetivo y aparecen
diseños que obedecen más a la moda que a la practicidad. Parece que cuando ya
se tiene el objetivo cubierto de presentar algo con cierta utilidad y un diseño
más o menos adecuado a su fin, aparecen variantes del mismo con objeto de dar
un aire innovador al producto.
De todos es conocido que, cuando el producto en sí, no es
susceptible de mejoras, o la imaginación no encuentra otras cualidades que
añadirle, aparece al mercado con una cara distinta al objeto de seguir
pareciendo igual de necesario pero con otra cara. Esto provoca que a lo largo
de la historia hayamos sido testigos de diseños que han pasado desde
minimalistas hasta extravagantes e incluso hasta insalubres.
Me viene la cabeza los cuellos de gola que durante los
siglos XVI y XVII se usaban entre la gente pudiente; o los vestidos del XVIII y XIX, con sus miriñaques, gracias a los cuales las señoras no eran capaces ni si quiera de sentarse. ¡Me imagino
que estarían deseando llegar a casa para quitárselo!
Hoy en día, sin llegar a esos extremos, no hemos olvidado que
el diseño en algunas ocasiones sigue martirizándonos. Aunque la ropa ha sufrido
mucha transformación, aun podemos ver objetos tortuosos que los pies de muchas
mujeres que, con el ánimo de parecer más esbeltas, se calzan unos zapatos que
elevan su talón por encima de los 15 centímetros, poniendo en peligro la vida
de su ocupante.
No solo en el vestir. Hay automóviles hoy que, si bien no
dudo de su comodidad interior, aseguro que para intentar introducirse o salir
de ellos es mejor que no te mire nadie. Los lavabos “de diseño” son también “de
risa”, pues algunos dificultan al máximo la simple labor de lavarse las manos.
Los sofás actuales son de todo menos cómodos; en su mayoría los hacen para
exposición; cada vez cuesta más encontrar uno que esté hecho para que te sientas
cómodo unas cuantas horas; eso sí, bonitos-bonitos de verdad. Hasta algo que se
ha hecho tan necesario como el teléfono ha dejado de ser simplemente un teléfono
para ser un todo-en-uno: lector, correo, juegos, internet, hilo musical, cámara
de fotos, gps… ¡ah, y a veces, incluso teléfono!. Así que si SOLO quieres un teléfono... te jodes y bailas ¡haber nacido antes!.